El Harén de Mamá IV
EL HARÉN DE MAMÁ
El Ano de Claudia
Entre las sabanas yacía dormida Claudia, era temprano; aunque la noche anterior fue placentera y cambio mi vida para siempre, ahora me cuestionaba esa aventura nocturna. Me deslicé sigilosa fuera de la cama para no despertar a la niña y con ese propósito fui al baño del final del pasillo mientras me ajustaba el cinto del albornoz, el frio de la mañana hacia titiritar mi desnudez.
Mientras me
dirigía al lavabo, entre abrí la puerta de la habitación de Amanda, ella dormía
plácidamente; Amanda otro asunto que resolver; nuestra relación siempre fue
tirante; ella había decidido que yo era su enemigo desde los quince años, me
considero buena madre con respecto a ellas; claro está dejando de lado que
anoche casi viole a Claudia.
¡Oh! Por Dios, ese solo pensamiento hizo que se me
aguaran los ojos un escalofrió me recorrió por el cuerpo, anoche no tuvo que
haber pasado, ¡Oh! Por qué me sentía tan sucia y sola en este momento.
Sin darme cuenta llegue a l baño y me encerré en él y
llore; llore por la culpa, llore por sabía que en el fondo la noche anterior la
había deseado. Llore porque sabía que se repetiría, aun así, llore amargamente,
viendo el reflejo de mí en el espejo; una mujer vieja y depravada que ahora se
lamentaba de haber cometido un acto ¿vil? Que ese mismo reflejo de decía una y
otra vez que se repetiría y no solo con su hija menor, que engatusaría a su
hija mayor también en ese espiral de perversión.
Dejando de momento tales pensamientos depresivos me di
una ducha con abundante agua fría, debía afrontar la realidad y desear que
Claudia encontrase alguien de su edad que la quisiese. El baño fue breve el día
comenzaba a despuntar el trabajo de una madre le aguardaba. En ese baño en un
closet siempre tenía prendas íntimas de las chicas y mías desgraciadamente eran
bastantes sugerentes. Escogiendo lo más conservador unas bragas y sujetador y
con el albornoz, fui a la cocina, preparé el desayuno las faldas del albornoz
eran mecidas por la brisa matutina que se colaba por el ventanal, la brisa
acariciaba mis muslos desnudos: avena y
fruta para Amanda, emparedados con zumo de naranja para Claudia, para mí un
café al que le agregué una copa de whisky.
Escuche el ruido de pasos en la escalera y Claudia entro
en la cocina, solo con su visión mis pensamientos de madre responsable fueron
transformado en lujuria ansiedad; aunque Claudia había dormido desnuda en mis
brazos estaba con un pequeño short que apenas si contenían los labios de su
sexo que eran marcados en la pequeña prenda y una diminuta blusa que mostraba
más de lo que debía; sus medianos y alegres senos presionaban la diminuta
prenda. Claudia corrió hacia mi lanzándose a mis brazos.
— Mami, buenos
días— Me dijo mientras buscaba mi boca para besarla. - ¡Oh! Mami fue tan
maravilloso. — Me llenaba de besos. Tuve que apartarla.
— ¡Ya, basta! — Dije.
— Debes contenerte mi mascota, aun debemos comportarnos.
— Si Señora— Dijo
ella retrocediendo y agachando la cabeza. Claudia siempre fue
disciplinada. — Tu hermana aun no es
parte del Harem, esa será tu tarea; aún no claro está, aun debemos trabajar en
ti zorrilla, ve a asearte y nada de toqueteos. — Termine imperativa.
Después de preparar en Desayuno, fui a vestirme
enfatizándome en mi atuendo: falda a cuatro de dos arriba de la rodilla,
sujetador de encaje rojo y tanga roja, medias negras a juego con la falda,
blusa blanca, destacando el sujetador rojo, con dos tres desabrochado de
escote, siempre me gustaron mis tetas: su movimiento al caminar las miradas
lujuriosas de los tíos y las de las tías con desaprobación. El maquillaje suave
solo que resaltase mis ojos, los zapatos siempre ejecutivos con tacón;
mirándome en el espejo aprobé mi reflejo.
En la cocina las chicas; Amanda siempre con pantalones
ajustados a su cadera, blusa que realzaba sus senos generosos como los míos y
su cabellera rubia en una coleta, Claudia con una blusa recatada de color rosa,
una falda a la rodilla muy rara vez vestía de pantalón, con unas medias de
nylon, ella no era consciente de su sensualidad, pronto cambiaria eso en ella.
Las despedí, aún tenía que meter la colada en la lavadora
antes de irme. Entrando en la habitación de Amanda, ella es menos ordenada que
su hermana menor tuve que inspeccionar toda su alcoba para encontrar sus ropas
estaban esparcidas por toda a la alcoba, para llevarlas al cuarto lavandería,
esta es una habitación detrás de la cocina da al jardín posterior donde yacía
en desuso de mi difunto esposo. Al escoger la ropa de Amanda, pensé en ella,
ella era la diva, ella era como como yo a su edad entre sus ropas sus bragas y
tangas las primeras que saque estaban húmedas sentir su humedad me calentó
intensamente. Sin poder evitarlo olí sus bragas; ella fue la que siempre me
sacó de quicio, ahora estaba oliendo sus bragas, pensando ¿Cómo sería su coño?
¿Cómo sabría sus jugos?, su olor era fuerte afrutado exótico.
Mi coño hormigueó mis jugos empaparon mi tanga pensando
que pronto tendría a mi rebelde hija comiendo de mi sexo.
Al terminar con la ropa de Amanda fui a la habitación de
Claudia, todas sus ropas en el cesto, Claudia tenía ropas más recatadas, aunque
casi nunca usaba pantalones; sus faldas y medias eran más bien sosas, sus
blusas eran conservadoras. Era increíble saber que detrás de esas ropas tan
puritanas se escondiese una niña tan cachonda, tendría que sacarla de esas
ropas de monja y volverla más sexy.
Al batirse la colada fui a mi habitación tenía que
cambiarme la tanga, al entrar encontré la bolsa de la compra sexual de ayer,
todo lo adquirido en esa tienda sexual en las bolsas, comencé a vaciar sus
contenidos sobre la cama; la fusta se encontraba ya en mi armario, el strap-on
yacía en el suelo claro esta; un juego de dildos anales y las bolas chinas en
una de las bolsas, el lubricante y los vibradores en la otra; las medias y los
ligueros, así como las falditas y las blusitas cachondas.
Yo Anna sabía que jugaba con fuego la relación con su
hija menor no sería igual esta mañana lo había comprobado, su hija menor
parecía estar enamorándose de ella y aunque el sexo complico la relación un
sentimiento empeoraría las cosas. Pero la deseaba, la deseaba insanamente.
Mi sexo fue lo que actuó por mí al escribir la nota que,
junto a un par de medias, la faldita y la blusita cachondas puse en su cama con
la nota que ponía:
“Zorrilla nada de bragas
usa este conjunto de ropas nada más llegues a casa. Recuerda sin bragas ni
sujetador, ya trataremos tus atuendos de ahora en adelante. Mis zorras son eso
zorras cachondas. Domina Anna”
Estaba muy cachonda tan cachonda que volví a mi alcoba
tome el vibrador y fui al baño me masturbe lentamente recordando cómo la noche
anterior me había follado a Claudia, sus gemidos su beso su lengua inexperta en
mi coño mojado. Recordando como su coñito era tan apretadito, saber que fui yo
quien rompiera eso tan preciado para una jovencilla fue cachondo.
Imagine lo apretadito que podría tener la cerecilla
rosada trasera, mis embestidas con el vibrador en el coño cobraron fuerza y
velocidad mi respiración se acelero estaba en una estasis, pensar en follarme
el culo de mi pequeña y con ello quitarle su inocencia, provoco en mí un
orgasmo demoledor. Me descompuse por unos minutos después del orgasmo.
Al recuperarme seguía estando cachonda y un poco
perversa, decidiendo que hoy no usar tanga ya que si le ordenaba a mi zorra
hija lo correcto sería predicar con el ejemplo. Partí entonces sin bragas al
despacho en el coche me sentía toda una puta, no sé qué me estaba sucediendo,
no había estado tan cachonda y traviesa desde que vivía José.
El día fue un subidón de emociones entre la cachondez
lujuriosa y la culpa por el camino que estaba transitando. Al entrar en el
edificio supe que la elección de el sujetador y la blusa fue lo mejor los
hombres que me veían me comían con la mirada terminado por verme el culo, mis
caderas se contoneaban para su deleite. Las mujeres me miraban con ganas de
asesinarme, triste por ellas, aunque alguna también me miro con lujuria. Hoy me
di cuenta que alguna siempre me saludaban veían más de lo necesario.
La mañana fue bastante aburrida después del almuerzo
atendí otro aburrido caso de finanzas, lo atractivo fue la rubia hermosa con
quien trabajé; alta, más que yo. Sus tetas parecían a punto de reventar la
blusita que las contenían, unas piernas largas enfundadas en medias hasta el
muslo con una falda negra más arriba de la rodilla, la chica no paraba de
recostar su suculento cuerpo a mi mientras mostraba folios y documentos, estaba
a punto de perder el control, por mis muslos podía sentir la humedad de mi coño.
La rubia no hacía sino recostarme el culo a mi pubis mientras hablaba y
hablaba; su fragancia me intoxicaba el tiempo encerrada con esa diosa
contoneándose fue una deliciosa tortura su nombre era Carla, un nombre de
putilla.
Después de laborar estaba que caminaba por las paredes,
llegué a casa; estaba muy nerviosa y ansiosa no sabía si Claudia quería seguir
o si yo misma quería continuar con esta locura follar con mi hija menor era
algo que fue en su momento una fantasía loca que compartí con Juan hace ya
muchos años y ahora hecha ya realidad ya no estaba tan segura de ello.
Caminando hacía la puerta esta se abre de golpe y Amanda salió hecha una furia
con su novio el pobre chico no sabía dónde meterse mientras que mi hija mayor
le recriminaba:
— ¿Por qué te comías con los ojos a esa puta? — Y
viéndome también me increpo:
— Mamá tu hija me quiere quitar a mi novio habla con ella
hoy se ha vestido como una puta sabiendo que venía con Eduardo, no voy a permitir
que me quite a él, él es mío— Termino caminando, mis ojos brillaron la pobre
Amanda no sabía que su hermana se vestía hoy como puta por le había ordenado
eso precisamente. Sonriendo le conteste:
— Tranquila cariño, hablare con ella y de ser necesario
le daré un correctivo. — Entrando a la casa escuche como le volvía a recriminar
al chico que nada tenía que ver.
— Claudia, mamá esta en casa — Me anuncie Claudia que
estaba en la cocina con libros y cuadernos esparcidos sobre la mesa al
escucharme entrar en la cocina alzó la cabeza de los libros, viéndome saltó de
la silla, viniendo hacia mí, sin percatarse del estropicio que hizo la silla a
caer al suelo. Me regodee el porqué del alboroto de Amanda; la pequeña llevaba
la ropa que le deje en la cama con la nota: la blusita le realzaba el alegre
busto era pequeñita dejando al descubierto su sexy ombligo. La faldita corta
apenas cubría su intimidad, y con las medias hasta el muslo la hacía parecer
toda una putilla calienta pollas y bragas.
Sonriendo sabía que Claudia estaba decidida a continuar
le dije:
— Mi mascota, tu hermana desea que te reprenda por tu
vestimenta de puta. — Claudia me abrazo e intento besar la boca. Le esquive y
beso mi mejilla.
— Mascota veo que te pusiste el conjunto que te di, pero
tu hermana me ha dado otro punto de vista, creo que te mereces un correctivo,
tu qué crees ¿Debo reprenderte por vestirte como la puta que eres? — Le
pregunte.
— Señora Mami, soy suya. — volviéndose e inclinándose y
levantando su faldita; su coño y ano rosas si veían apetecibles. Le nalguee dos
veces, la putilla gimió con cada azote, el coñito adolescente se humedeció.
— Pero, ¡Serás zorra! — Exclame al ver los jugos de la
niña correr por los muslos. — ¿Estas cachonda con dos azotes? — Pregunte.
— Siempre mi Señora, Mami me pone a cien — Me responde la
niña mientras le acariciaba el culo, para volver a azotarle el culo Claudia
volvió a gemir.
Me volví y me fui a la salita ordenándole:
— ¡Zorra a cuatro patas y sígueme! — Claudia detrás de mí
solo se hinco de rodillas y poniendo las palmas de sus manos en el suelo me
siguió a cuatro patas como la perrita que era. Al llegar a la salita me acomodé
en un mueble confortable le ordené.
— Acércate a mi putilla. — Claudia se acercó a cuatro
patas.
— Masajea mis pies, putilla de ahora en adelante me
masajearas los pies al yo llegar a casa. — Claudia al estar ante mí descalzó mi
pie derecho, gemí cuando sus manos comenzaron a masajear mi pie sus suaves
manos tomándome del talón y acarició la planta del pie.
— ¡Chúpame el pie, zorrilla! — Exclamé y mi niña lamio la
planta del pie y los dedos enfundados en seda, acariciando al tiempo mi
pantorrilla, gemía con las caricias que Claudia me daba.
La muchacha cambio de pie y replico las caricias y las
chupadas.
— ¡Oh siiii! — Gemí, mientras Claudia con parte de mi pie
dentro de su boca aventuraba una de sus manos dentro de su falda acariciando su
sexo gimiendo:
— ¡Ahhh! —
— ¡Ya tocándote, puta! — Retirando le pie de la boca de
la chica abriendo las piernas le ordené.
— ¡Deja de tocarte puta, y cómeme! — Claudia se sorprendió por mi agresividad,
pero se zambulló en mi entre piernas.
Mi niña amaba tanto comer mi raja, saboreaba todo mi
sexo, su lengua ansiosa enviaba placer por todo mi cuerpo. Sus jugos se
mesclaban con la saliva que la niña deja regada por toda su vagina escurriendo
por sus muslos Gemí con cada lamida de mi joven y viciosa hija ya sus
remordimientos se fueron al traste tiempo atrás cuando su hija le exhibió sus
intimidades.
— ¡Si! Zorrilla así que rico — exclamé. — ¿Quién es la
zorra de mamá? — pregunte reprimiendo un gemido, Claudia emergió de entre mis
piernas.
— Yo señora madre— Dijo la niña para de nuevo volver a mi
sexo con lametones a mis labios.
— ¿Quieres que mamá te follé? — Pregunté.
Claudia emergió de nuevo de entre mis piernas.
— ¡Oh! Si Señora Madre, su puta hija sol desea que la
folles todo el día — Dijo la mi niña.
— Ven zorrilla vamos a la habitación— Dije levantándome
del sillón y caminando escaleras arriba. Claudia gateo todo el trayecto. Viendo
la en esa posición tan humillante hizo que mi coño volviera a humedecerse a lo
largo del camino.
Al llegar a la habitación comencé a desnudarme, Claudia
llego a cuatro patas se veía tan sexy. Lo primero que hizo fue ver mis senos,
al alzar su torso vi sus senos medianos; sus pezones estaban erectos, duro
erguidos desafiantes, sus jugos escurrieron por los sus muslos, esa visión de
mi niña pequeñas hizo hormiguear mi propio sexo.
Me desprendí de mi falda, mostrando impúdica ante ella mi
sexo brillante por los jugos.
— A cuatro patas sobre la cama mi putilla— Ordené
terminando por desvestirme solo conservé las medias, yendo al armario sacando
el arnés con polla y una botella de lubricante, volviendo a la cama Claudia
estaba en cuatro, lubrique la polla plástica, después acaricie el coño de mi
pequeña con toda la longitud del falo. Claudia estremecía y gemía con cada
caricia.
Jugando con la polla plástica, Claudia se movía queriendo
que la follara, sentía su excitación junto con la mía me sentía poderosa nuevamente
quise llevarla al límite.
— ¿Así que quieres meterte por los ojos al noviete de tu
hermana, putilla? — Pregunté Claudia desesperada volvió su cara para verme y
con morritos gimió:
— No, tal vez quería robar a mi Amanda a ese tonto— Gimió
fuerte exigiendo — ¡Folláme ya mamá! — Mientras contoneaba su culo al compás
del frotamiento.
— Mira a la zorra está ansiosa que la follen, si es que
quieres. — Poniendo la cabeza del falo en la entrada se su coño la embestí can
fuerza. La niña gimió cuando la longitud del falo exploraba los rincones de su
coño, con una expresión de dolor gimió.
— ¡Oh, oh! Se siente también. — Comencé un lento bombeo y
la muy zorrita también empezó a mover las caderas y el culo con cada embestida.
Le azote el culo con cada penetrada, ella gimió con cada azote en el culo.
— ¡Ahh! — Exclamo Claudia recibiendo el azote en el culo.
— He de darte un correctivo por vestir como puta, aunque
seas la zorra de mamá— Sentencié.
Le azotaba el
pequeño y prieto culo a Claudia que gemía con cada cachete en el culo,
alternado las nalgas ya tenía su culo rojo.
Ella gemía y se contoneaba, acariciando su coño mojo toda
mi mano, el placer y el dolor que le propinaba hacia a su cuerpo convulsionar,
en su mente solo existía el placer.
— Porqué ¿Eres la zorrilla de mamá? — Pregunté
acariciando sus enrojecida y ardientes nalgas.
Mis embestidas eran profundas constantes el falo entraba
y salía del coño de mi hija con facilidad totalmente mojado por sus jugos.
Claudia moviéndose más rápido y gimiendo contesto.
— Sí, soy tu puta mami. — Su culo golpeaba con rapidez mi
pubis enfundado con el arnés que la follaba, mi niña frenética me movía como
una serpiente, previniendo su inminente orgasmo, saque todo el falo de su
febril coño.
— Ni se te ocurra correrte— Le ordené enterrando mi cara
entre los cachetes del virginal culo. Su ojete era rosa estaba muy mojado, los
jugos de su coño escurrían por él. Lamí su botan trasero rosa, tenía un sabor
fuerte y salado. Claudia gimió y aproveche para meter un dedo en su sexo.
— ¡Oh! Mami que rico— Exclamo mi hija al sentir mi dedo
travieso en las profundidades húmedas de su intimidad.
Deje de lamer su ojote, ella se removió frustrada en la
cama, saque mi dedo empapado de su coño, llevándome a la boca lo lamí.
— La zorra de mamá sabe tan bien— Dije Claudia suspiro.
— Ni se te ocurra tocarte zorrilla— Sentencié. Ella que
estaba a cuatro patas sobre la cama voltio a verme mientras yo iba a buscar en
el armario.
— ¡Bingo! — Exclame al encontrar los dildos anales
volviendo, Claudia sonrió viéndome el arnés con polla brillante de sus propios
jugos a la pequeña puta le ponía cachonda verme con polla. Ella vio como en mis
manos ocultaba los dildos y el lubricante.
Me arrodille delante del culo de Claudia sus nalgas
conservaban ese rojo por los azotes. Abriendo sus nalgas le lamí el ojote este
estaba un poquito dilatado, lubriqué generosamente el tapón anal y le decía.
— Esta noche serás mi puta completamente. Una puta de
tres agujeros para mamá. — Enterré de nuevo mi cara entre su culo para saborear
de nuevo su delicioso ojote, seguidamente comencé a hundir uno de mis dedos en
ese rosado ojote ella al sentir el dedo en su puerta trasera gimió sorprendida:
— ¡Oh! ¡Mami! — Sentir su esfínter dilatarse me excito
mis juguitos volvieron a rezumar. A ella le dolió cuando su culito fue violado,
el escozor se reflejó con lágrimas sus mejillas.
— Mami duele— Gimió, yo pregunte.
— ¿Quieres ser una puta de tres agujeros para mamá? — Comencé
una suave follada mientras le decía.
— Claro que duele un poco al principio mi niña, pero
veras como te termina gustando un montón— Dije mientras fui aumentando el ritmo
de las penetraciones. Claudia jadeaba y contoneaba su culo con las
penetraciones, mi dedo entraba y salía con más facilidad Claudia Jadeo.
— ¡Oh, mami! — La niña se movía como serpiente lo que me
permitió sacar totalmente el dedo de su ano. Vertí gran cantidad de lubricante
entre sus nalgas y en mis dedos, para presionar con ambos dedos el ojote de rosa
de mi niña. Ella grito y abrió mucho los ojos cuando sintió no un sino dos
dedos violando su capullo rosa:
— ¡Ahh! — Fui metiendo poco a poco los dedos en su
estrecho culito, con una lenta follada le fui hundiendo toda la longitud de mis
dedos dentro de ese agujero virginal hasta hoy. Claudia fue acostumbrándose a
los intrusos que la penetraban y con la aceleración de mis penetraciones,
volvió a moverse con gracia, sus caderas aumentaron por momentos sus jugos
resbalaban por los muslos y llenaban su ojote.
Sabía que ahora podía hundirle el dildo anal, sacando los
dedos de su culo Claudia volvió a verme, su lagrimas perlaban sus lindas
mejillas vio como lubricaba generosamente el dildo de punta delgada adquiriendo
mayor grosor a lo largo de su longitud, volvió a enterrar mi cara entre sus
nalgas mi lengua entraba con facilidad en su ano, escupí ese ojote que ahora
enrojecido por la irritación. Empecé a penetrarla con el dildo. Claudia comenzó
de nuevo a moverse, el falo era engullido por ese rabito adolescente, la niña
al sentir de nuevo como el grosor del dildo dilataba aún más su esfínter gimió:
— ¡Oh! Mami. — bese de nuevo sus nalgas. Mientras le
decía:
— Tranquila mi mascota ya te va a entrar todo. — Mentía
le folle lentamente, su respiración se aceleraba nuevamente, sus gemidos
volvieran a armonizar la habitación, la folle con fuerza ya solo le quedaba
solo unos dos centímetros por entrar y en la última embestida le hundí por completo.
— Mami siento mi culo roto— Dijo la niña sonreía las
lágrimas en su rostro la hacía ver tan sexy. Levantándome me senté en la cama a
su la de le di un morreo en todo regla mi lengua bailo en su boca enredándose
en la suya. Rompiendo el beso abrí las piernas ordené.
— De rodillas y termina lo que empezaste en la sala mi
zorrilla. —
Claudia bajo de la cama y de rodilla enterró su linda
cara en mi coño.
—Mírame mientras me comes el coño, puta. — Su lengua
bailaba en mi sexo todos mis pliegues estaban totalmente mojados. Me magreaba
los senos mis pezones como piedras enviaban el placer unido al de mi coño
mientras Claudia me lamia profusamente.
— ¡Oh, sí! Mi puta cómele el coño a tu Domina madre —
Exclamé tomando la cabeza de Claudia y restregando mi coño en toda su cara me
comencé a follar con su cara que solo lo sacar su lengua y yo moliendo mi coño
en su rostro.
Mi orgasmo me atravesó con fuerza jadeé:
— ¡Oh me corro puta, me corro! — Exclamé mis jugos
empaparon el rostro de mi niña. — Bébete todos mis jugos puta. — Mis ojos
brillaron mi orgasmo golpeo una, otra y otras mis piernas convulsionaron mi
espalda arqueada y todo mi cuerpo movía la colcha de la cama. Claudia recibió y
bebió los chorros que salieron de mi sexo. Después de recuperarme levante a la
niña señalándole:
— Ahora, zorra ni se te ocurra sacarte el dildo del culo.
Ahora al baño lávate que estás perdida como puta. — Le acaricié su cuca
adolescente exclamando:
— Serás Zorra estas otra vez empapada. — Dándole un
último azote en el culo terminé — Nada de tocarte esta noche te correrás todo
lo que quieras, pero ahora no. — Vi como la muy puta contoneaba con algo de
esfuerzo el culo delante de mí.
También necesitaba un baño y cambiar el jugo de cama así
que quite las sabanas y el cobertor y me dirigí a la lavandería desnuda metí la
ropa en la lavadora e inicie el ciclo, volví mi cuarto y me di un profundo
baño.
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