Vidas Pasadas XV

 

XV

 

El viento trae el suave y floral aroma de del jardín que se cuela por la ventana abierta, era una noche clara y despejada; los rayos de la luna de mitad de verano que también se colaban iluminaban la habitación, esta también iluminaba por una pequeña lámpara en la mesita de noche proyectaban sus suaves rayos sobre parte de la cama, Annabel yacía en ella solo con su ropa interior esta noche usado ese conjunto sexy que su madre la había comprado sabía que ahora ya tenía por quien ponerse lencería, su vida estaba cambiando de una manera ¿acaso rápida? No lo sabía, pero ella estaba conforme paso la mirada por su habitación siempre al acostarse repasaba su refugio donde siempre se sentía cómoda.


Pasando su mirada por el entorno vio sus afijes de sus bandas favoritas, pensando cómo podía haberse enamorado de Paula, a ella no le gustaba el rock pero sonrío por la canción que le dedico una tarde de trabajo, era una canción melancólica pero que a ella- Annabel- le parecía tan romántica y al parecer a Paula también, ahora yacía a en cama sería la primera noche que ella dormiría en su habitación y con su novia, aunque no se creía con tanta suerte si era real sus padres salieron de viaje y Annabel había suplicado por este lujo su madre aún no se acostumbraba a ver a su hijita con novia, muchas veces ha intentado que se haga novia de Javier pero ella Annabel siempre le decía que no porque ya  tenía novia, ahora se sentía feliz de poder decir eso sin temer nada…….

Perdida en sus pensamientos no se dio cuenta cuando Paula entraba y se recostaba al otro lado de la cama, solo se sobresaltó cuando noto el peso de su amante al apoyarse a su lado, la sintió un poco fría, Paula se acababa de lavarse, y desprendía un dulce olor que unido a el aroma del jardín entrando por la ventana la hacía sentir tan bien volteo su cabeza y alcanzo a besar el antebrazo de su pequeña rubia, Paula la besa en el hombro, ocasionando esos suaves temblores en Annabel, ella sintiendo como su cuerpo desprendía ya un fuego abrasador, tenía que reconocerlo.

 Paula la excitaba sobremanera. Paula recostándose más sobre Annabel quedo en forma de cucharita, besando el cuello de la pelirroja acariciaba el plano abdomen de su amante. Paula montándose a horcajadas sobre el vientre de Annabel, se desprende de su sujetador proveyendo a la pelirroja la vista perfecta de sus senos, Annabel no pierde tiempo y lleva sus manos a ellos sintiendo en sus manos el calor de aquellas maravillas tan pálidas como la luna misma que ya iluminaba la mitad de la cama, Annabel incorporándose y abrazando a la rubia solo atina a enterrar su rostro en medio de esos dos colosos que ante ella se erguían, besando la piel pálida de su amante, deleitándose con cada pequeño gemido de esa boca tan roja desprendía.

Siguió besando y lamiendo suavemente esta llegar hasta esa boca, subiendo por el cuello y la quijada allí deleitándose con ella, en la boca de la rubia, adentrándose en ella gozando de la danza erótica que las lenguas protagonizaban y fue su gemido el que rompió el silencio de la noche de medio verano:

— Paula, hazme el amor. — La aludida solo beso con pasión deseaba tanto repetir del gozo de la pelirroja a su lado.

La besó con suavidad recorriendo ese rostro que tanto le gustaba, y con sus manos traviesas recorrió la espalda, lamiendo los hombros con toda ternura, sin percatase de ese mundo allá afuera solo existía esa cama y ellas dos.

Paula con manos presurosas se deshizo del sujetador, contemplado la generosidad del busto de la pelirroja que tanto la voy loca llevo su boca a los pechos desnudos, los beso, el deseo innato floreció ya solo como autómata fue lamiendo y acariciando los pechos y la espalda de la pelirroja, esta atinaba a suspirar y gemir sintiendo como todo el placer en su cuerpo hacía estrago en ella; la catirita  había aprendido también como tocarla y besar que ella se maravillaba de lo bien que la estaba pasando. La rubia siguió su instinto de beso y caricia y fue recostando a su novia en la cama para facilitar la labor de apreciar el cuerpo que ante ella yacía.

 Con suaves besos la acariciaba, bajando por el abdomen de la pelirroja, esa parte del cuerpo de su amante que le encantaba tanto, jugando con su lengua en el ombligo de Annabel, Paula pudo oír el suspiro y el gemido excitados, después la súplica de Annabel de llevar al cielo.

Paula lo hacía, pero con tanta ternura, deseaba que Annabel sintiese como ella la primera vez. Sus caricias y besos llegaron al pubis de Annabel este solo era protegido por una fina línea de vellos rojizos encontrándose con la gruta de toda mujer ya abastecida de las aguas placenteras que asmodeo les proveía. Su lengua iba y venía del pubis al ardiente sexo rosado, sus caricias producían gemidos en la pelirroja, suaves y contenidos gemidos. Paula que ya era un manar en su intimidad y levantado un poco a Annabel se acoplo a la pelirroja sus sexos encajaron y Paula con un suave vaivén comenzó a cabalgar, mientras atrayendo a si el rostro de Annabel la beso con lujuria diciéndole a su pelirroja:

—Esto lo vi en una peli. — Los movimientos de las jóvenes amantes eran compasado, empezaron hacer más rápido mientras las dos se acariciaban los pechos.

Sus gemidos habían silenciado la sinfonía nocturna en el aposento de Annabel, lo las dulces notas de la lujuria eran las protagonistas de un acto de deseo mutuo. Las jóvenes amantes entregadas al placer que de un momento a otro las ejecutaría al cielo. Paula que ya sentía su clímax próximo estimulo con más ansiedad el pequeño botoncillo de Annabel quería que las dos alcanzaran la gloria al unisonó Annabel ya tampoco soportaría tales caricias beso a su amante desplomándose sobre la cama y Paula también cayendo. Se besaron con suavidad, recostadas se dejaron llevar al mundo onírico de los sueños, sabían que se amaban.

Annabel fue la primera en despertar algunas horas después, sintió frío y triando sobre las dos una cobija, pensó que bueno sería dormir todas las noches así desde que se hizo novia de Paula sus sueños fueron mejorando, ya no eran las horribles escenas de una muerte en la hoguera, no eran las persecuciones con finales mortales las que poblaban sus sueños, solo serán recuerdos pasados en otra vida donde dormía con la pequeña rubia a su lado.    

 

 

 

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