Vidas Pasadas XI
XI
El olor a
desayuno invadió el olfato de Annabel, el olor a café era un increíble
estimulante, la pelirroja salía de la ducha suspiro y tomando el celular no
resistió enviarle un buen día a su catira hechicera:
Los rayos dorados
despuntan
Abrazando mu corazón
que palpita por ti
Sin verte a tus ojos
azules como el cielo
Que ante nuestras
cabezas se curva cada día que desde el este despuntan
Y rompen con la
oscuridad nocturna amada mía
Estas palabras son por
ti
Feliz día.
Annabel después de
enviar el mensaje se termina de vestir ya hoy volvería a sus ropas más sobrias,
Además, Paula no la
había visto con sus atuendos comunes, ella tras vestirse salió rumbo a la cocina
en ella su madre terminaba de poner el desayuno el desayuno en la mesa:
— Bendición mami, buen
día— Dijo Annabel sentándose a la mesa.
Carmen cuando la vio
le dijo:
— Buenos día mi niña
dios me la bendiga ¿otra vez con tus ropas de funeral, Anna? ¿Porque siempre
tienes que andar de negro, eso también es por la música rara que escuchas no?
No quiero ni imaginar que es lo que dicen seguro llamando al satanismo. —
Annabel solo pudo sonreír su madre pensaba que los roqueros son satánicos aun
cuando Annabel le había traducido algunas canciones, pero bueno supuso que así
eran las mamás, ¿Cómo sería ella de mamá? Interesante pensó antes de
responderle a su madre:
— ¡Oh mamá por dios!
Ya te dije que no son satánicos, más destructivos son esos otros géneros que
tratan a las mujeres como simples pedazos de carne…—
— Y a nosotros los
hombres como predadores. — Termino Andrés que entraba a la cocina besaba a su
hija y a su mujer.
— Te ves hermosa mi
amor, tu chica se sorprenderá— Dijo a su hija y viendo a su mujer acotó:
— Pero mi mujercita es
la más sexy de esta cocina, lo siento Anna, pero ella me da algo que bueno… — Besando
a su mujer termino.
— Sí, claro pa te
entiendo anoche te lo comiste no, yo tuve que alegrarme solo— Dijo con un poco
de rubor en sus mejillas.
Annabel vio como su
padre abrazaba a su madre y añoraba cuando pudiera hacer eso con Paula. Annabel
después de comer se despidió de sus padres y salió a la escuela.
Llego temprano sus
amigas la estaban esperando; ellas siempre se contaban todo y estaban molestas
con ella. Camila se le acerca, Annabel la vio acercarse era un chica alta y
delgada de un cabello castaño oscuro y pequeños ojos café claro, la conocía
desde que empezaron el bachillerato. Annabel la abraza diciéndole:
— Buenos días Cami ¿cómo
estás? Necesito contarles algo importante. — Camila la toma de la mano y
llevándola a hasta donde están la morena de cara de corazón Fabiola y la
pequeña y rubia Alexandra, esta bajita y con una cara redonda siempre andaba de
rosa, tenía un aspecto más de niña, aunque era muy inteligente.
Annabel la admiraba pues era como un ratón de
biblioteca, se veía linda con sus gafas y su libro en una mochila que se
colgaba al hombro en diagonal. Fabiola era una mujerona tenía a todos los
chicos babeando por ella, pero ella siempre ha estado enamorada de Javier,
incluso se había peleado con Annabel por él según supo después pensaba que ella
Annabel estaba enamorada de él.
— Chicas, Anna se
acaba de acordar que tenía amigas— Dijo Camila. — Y quiere decirnos algo, que
ya sabemos ayer lo supimos cuando te fuiste con la nueva, así que dinos todo,
siéntate aquí. — Señalando una silla.
Annabel se sentó y
Fabiola la enfrento:
— dinos qué te pasa,
¿entonces si te gustan las chicas? Y yo
pensando que querías al papacito de Javier para ti. —
Annabel solo sonrió.
— Si Paula me gusta,
ayer nos hicimos novias, mi mamá está muy pesada y mi papá es un pan, ay chicas
es tan linda y besa como los dioses, tiene sabor a frutas. —
— Ya va— Dijo Alexandra.
— ¿Primero como que te gustan las mujeres? ¿Y porque nunca nos lo dijiste o
porque nunca quisiste algo con alguna de nosotras?
— Bueno, nunca se los
dije, porque no sabía cómo reaccionarían y lo de porque no intente algo con
alguna de ustedes, pues no porque todas ustedes babeando por Javier, deberían
alguna de ustedes intentarlo con Javier me tiene loca, y ahora más hoy mi madre
lo invito a almorzar, no sé porque, además hoy llevare a Paula a casa como mi
novia y no quiere perturbarlo más de lo que esta, le hice daño y no sé cómo— Annabel dijo algo triste levantando la mirada,
de inmediato su rostro cambia, Paula caminaba hacia ella.
Paula se acerca a
Annabel la veía más bella si se podía hoy, y estaba con otras chicas las
conocía de vista eran muy lindas pero sus ojos solo eran para Annabel hoy se
veía muy diferente con unos pantalones holgados y un franela negra con una
inscripción que rezaba epica, supuso que sería una banda, Paula al verla
levantada pudo apreciar todo su atuendo no era tan lindo como el de ayer pero
aun así le parecía tan sexy la franela se le ajustaba al cuerpo de manera
maravillosa, cuando la tuvo al alcance la abrazo y dudando le dio un pequeño
beso en una mejilla.
Annabel sintió el contacto de esos labios tan
bien y volviéndose les presento a Paula a sus amigas.
Paula estrecho abrazos y besos en las mejillas
de Camila Fabiola y Alexandra las tres le cayeron bien empezaron con el
cotilleo, las chicas preguntaron cómo se habían hecho novias, ella les contó
como Annabel la abordo, la tarde de ayer cómo sin proponérselo terminaron como
novia.
Las amigas de Annabel
estaban asombradas no porque ellas fueran lesbianas sino como tan rápido se
había apegado de una persona, siempre había sido muy introvertida y casi nunca
se relacionaba con alguien que no fuera Javier o ellas.
El liceo siguió con la
misma monotonía gris de siempre, clases aburridas el recreo intermedio que fue
un escape, Annabel y Paula merendaron con sus amigas, era increíble como Paula
había encajado con Alexandra, Fabiola y Camila, aunque era de esperarse, Paula
era un amor.
De una vez comenzó a
compartir con las jóvenes sus gustos musicales, moda, cine, Annabel sabía muy
bien que sus gustos no eran comunes, ella era más de la onda underground, pero
el apoyo en ella siempre lo conseguía, y ahora estaba feliz de ser su amiga.
La mañana con un suave
sol transcurrió apacible, ya a la hora de salida Annabel y Paula tomadas de la
mano salieron rumbo a casa en la entrada del liceo se encontraron con Javier,
el intento abrazar a Annabel, está por toda respuesta abrazo por la cintura a
Paula y le dijo:
— Hola Javier, esta es
mi novia Paula. —dándole un pequeño beso a Paula en la mejilla comento. — Mi amor él es Javier un amigo. —
— Mucho gusto— Dijo
Paula tomando la mano que Javier le ofrecía.
— El gusto es mío— Dijo Javier, él pensó bueno
mal gusto no tiene.
Y recorrió a Paula con
la mirada. Javier después se ofreció a llevarlas, pero Paula dijo que su padre
las llevaría. En ese momento la flamante 4x4 de Cesar se estacionaba frente a
ellos, sin más Paula abrió la puerta y entro. Annabel solo se despidió de
Javier:
— Nos vemos en casa,
mi madre estará esperándote supongo ya lo sabes, Fabiola te manda saludos se
pregunta cuando la invitas a salir— Dijo esta se montó en la camioneta. Cesar
emprendió el camino a casa de Annabel no quedaba lejos del pequeño palacio de
Paula.
Al llegar Paula estaba emocionada, conocería a
los padres de Annabel ¿si nos les caía bien?, Annabel le comento que su padre
era muy lindo pero que su madre aun no aceptaba su relación, Paula ahora
empezaba a tener dudas y ¿por qué vendría ese chico? No lo entendía, solo
cuando sintió la mano cálida de Annabel sintió tranquilidad. Se apearon de la
camioneta.
La casa de Annabel era
una gran quinta, Paula ya la había visitado dos días atrás era consciente que
era una casa hermosa espaciosa, con sus paredes claras y su gran balcón, la
habitación de Annabel queda hacía atrás así que no era visible, Annabel y Paula
tomada de las manos se despidieron de Cesar después entraron a casa.
Annabel abrió la
puerta manteniendo libre el paso para que entrara primero Paula, después ella
la siguió, con un grito:
— Bendición, mamá ya llegamos.
—Acompaño a Paula a la sala la rubia siempre de su mano, se despejaron de las mochilas
dejándolas en el mueble de la sala, la pelirroja precedió a la rubia al comedor
que esta junto a la cocina.
Carmen como buena ama
de casa yacía en el trajinar del almuerzo, se voltio al escuchar como entraba
su hija con la chica que había traído hacía dos días, Carmen pudo ver como
Annabel sostenía entre su mano la pequeña mano de Paula, esta última nerviosa
tenia pequeños temblores. Annabel pregunta:
— ¿Papá ya llego? —
Carmen solo le responde. — No, aun no, y ¿Javier
no venía contigo? —
— No mami yo vine con
Paula, además su papá fue quien nos trajo, era eso o venir a pie. — Respondió
Annabel. La pelirroja salió del comedor con un:
— Cuando llegue papá
me llamas, por favor mamá. —
Las chicas recogieron
las mochilas y continuaron el camino a la pieza de Annabel, la pelirroja
adoraba su habitación esta era semicircular, el lecho a un lado el closet de
frente y junto al ventanal el pequeño escritorio al lado el computador en un
amplio mueble, el baño se encontraba casi al lado del closet, las paredes
pintadas en un verde oscura con posters y afiches de grupos musicales, Paula
pudo ver el posters de la banda que tenía la pelirroja en su camiseta pudo
apreciar la belleza que observaba en la vocalista, con un cabello rojo como el
de Annabel y unos ojo azules, aunque ya había entrado a esa habitación hoy fue
que pudo percatarse de todo, vio el ventanal y se acerco había un pequeño
bosquecillo, algunas plantas y de fondo unos árboles de naranjos un mango,
mandarino cómo debía verse el sol al amanecer se preguntó, volviéndose abrazo a
Annabel aspiró su aroma, le beso el cuello, las mejilla y por último la boca ,
esos labios rojos que sabían tan bien, sintió como Annabel invadía su boca con
su lengua, gimió , ella solo se dejó lleva, Annabel la llevo la cama la sentó y
tomándola de mejilla la volvió a besar, Annabel percibía el nerviosismo de
Paula, acariciándola le dijo:
— Tranquila mi amor
estoy contigo, mi madre aun no lo acepta, pero lo hará. — Y volvió a besarla.
Escucharon como
tocaron la puerta y como esta se abría. Carmen que abrió sintió como si le
echaron un balde de agua fría, su hija besaba pausadamente esa chica rubia,
aunque sabía su nombre, no quería pronunciarlo. Podía oír el sonido de los
besos y los suaves gemidos de la rubia, recordó como su propia madre la había
interrumpida tal cual como ella hoy a si hija, de eso ya hace muchos años.
Carmen sintió un poco de ternura, y se seguía cuestionando su actitud, pero es
que le era tan… no podía definirlo, solo hizo lo que mejor se le ocurrió
carraspeo para advertir de su presencia. Annabel se despegó suave de los labios
de Paula, y vio a su madre.
— Madre primero se llama—Dijo.
Carmen le respondió con voz fría:
— Llame, Anna ya
llegaron tu padre y Javier, que pregunta por ti. Annabel dijo:
— Ya bajamos. — Y tomando a Paula de la mano
esperaron a que Carmen saliera, Paula esta roja como un tomate, las habían
sorprendido, en cambio Annabel esta como en su elemento, ya le daba igual lo
que pensara su madre, su padre la apoyaba, solo deseaba que su madre la
comprendiera, si ella supiera lo que sentía fuera más receptiva. Annabel abrazo
por la cintura a la rubia y bajaron en la sala estaban Carmen que le decía al
oído a Andrés que se ilumino al ver a su pequeña, y Javier que hizo un gesto de
repulsión al ver a las chicas.
Él la estaba perdiendo, o no, bueno nunca fue
suya siempre lo supo, pero su corazón le decía que ella le iba dar el sí algún
día de eso sí estaba seguro, su mente cavilaba y si eso nunca sucedía que haría
Annabel le invito a que saliera con Fabiola, pero él a quien quería era a Annabel
ella tenía que ser de él solo de él, de nadie más menos de una aberrante
lesbiana por su mente pasaron ideas locas aunque grandes, si en lo más
recóndito de su mente esa voz que siempre le aconsejaba solo le hablo con una
palabra liquídala, era eso o vivir sin el corazón de Annabel. De pronto en su
cara se formó una torva sonrisa casi socarrona, sus ojos no participaban en la
sonrisa, era como la sonrisa de la muerte que asechaba a su persa con deleite.
Disfruto cuando Paula le apretó más la mano a Annabel.
Annabel era feliz su
amaba estaba con ella sabía que sería feliz, estaba consciente que Javier
insistiría, el siempre insistía esa era la cualidad de que más le gustaba de él,
aunque también sabía que por esa terquedad hacía cosa que no eran correctas,
Annabel sacudió ese pensamiento que le avisaba que el peligro podía cernirse
sobre ella, no, no. Sintió la mano de Paula apretar más la suya, rozo sus
labios tranquilizándola.
Ya en la sala y
sentados, su madre y su padre en el sofá y Javier en el sillón, tomo la
palabra:
— Aun que Javier ya lo
sabe, papá, mamá ella es mi novia Paula. — Un brillo apareció en sus ojos,
Paula temblaba como gelatina, Annabel la pego más a su cuerpo, para que pudiera
sentir su calor su compañía y su apoyo, dándole un pequeño piquito.
— En buena hora hija.
— Andrés se levantó de del sofá para abrazarlas, Paula pudo palpar el cariño
que este hombre le daba era como el que recibía de su padre, se sintió
aliviada, con respecto a la señora Carmen ella los veía con una frialdad
terrible, el chico Javier aún tenía esa sonrisa socarrona.
Carmen tuvo que hacer
lo diplomático he ir a abrazar a su hija y su chica, y tratando de demostrar
alegría les dijo:
— Qué bien Hija, Paula
bienvenida a la familia. — Saliendo a la cocina agregó:
— vamos el almuerzo se enfría. —
Javier salió disparado
con Carmen diciéndole despacio:
— ¿Qué hago aquí?
Pensé que era para que oficializara mi relación con Anna y esta mañana ella continúa
con su aventura con la niña rica esa, en el liceo ya son la comidilla de todos,
siempre agarradas de las manos con besos en los pasillos, es repugnante. —
— Tranquilo, chico
deja que se ilusione, ella se casara contigo solo déjame pensar— Dijo Carmen
que ya empezaba a ver que con su hija no podía jugar, nunca pudo a formarla
como ella había querido.
Andrés y las chicas
llegaron a la cocina, Annabel y Paula se sentaron lado a lado, el almuerzo fue
bastante incomodo, Andrés no pronuncio palabra, no comprendía a su mujer, el
traer a este chico, con su hija siempre había generoso y paternal, aun se
sentía culpable por como la trato años atrás, ese día estaba furioso, como no
estarlo. Eso fue tan solo por unas cartas, la pequeña había llorado, temió que
nunca le confiara más cosas, pero para felicidad de él no fue así su hija siguió confiando más en él
y eso lo hacía regocijarse, pero ahora veía como madre e hija se distanciaban
rápidamente sin el poder hacer algo, se sentía tan inútil, Carmen no cesaba en
implantarle a su niña lo que es políticamente lo correcto, hasta se preguntó si
había hecho lo correcto, si está seguro de ello no por su pasividad no, el
confía pero su mujer no que podría hacer estaba seguro que eso solo lo podían
resolver ellas.
¿Acaso él le inculco
malos ejemplos? ¿Acaso el no debió compartir con Anna los gustos literarios y
musicales? ¿Fue eso lo que hizo mal para que ahora sus chicas no se hablaran?
No lo sabía tendría que tener la paciencia infinita. Cavilaba el hombre
mientras comía, su mujer solo lo fulminaba con la mirada, como a Annabel y a
Paula y estas entre bocado y bocado se lanzaban miradas cómplices y se
sonreían.
Carmen, aunque estaba
en una batalla entre lo socialmente lo correcto y el deseo que su hija se feliz
no lograba tomar una decisión in que esta llevara a situaciones complicas.
Annabel comenzó a
levantar la mesa, haría el trabajo manual rápidamente, quería estar a solas
otra vez con la catira que le robo el corazón, su sentimientos eran un mar
intenso y reconfortan, como intentar acercarse a su madre si ella fue
determinante y absoluta con su progenitora, estar obrando incorrectamente no lo
sabía intentaba discernir como acercase a ella nunca habían encajado pero
ahora se embarcaba en una experiencia
nueva experiencia y esta estaría plagada
de incertidumbre nunca había estado de novia no sabía cómo hacerlo bien y su
madre le podría ayudar entre pensamientos inciertos termino la labor de
limpieza. Paula charlaba animadamente con Cesar, Carmen solo los observaba,
Annabel al terminar acaricio a Paula tenía las manos frías y sintió el pequeño
temblor de la rubia.
— Listo amor vamos— Dijo
Annabel, se sentía tan bien ser tan mimosa con la rubia.
— Nos vemos en la tarde mamá, papá. —
— ¿Para dónde vas? — Pregunta Carmen.
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