Vidas Pasadas IX

 

IX

 


Ya en la cena comían los tres animadamente, Annabel después de la cena fue a su habitación, repaso un poco e hizo sus deberes y prendió su PC y busca algo para leer leyó un de sus autores favoritos Dan Brown estaba leyendo INFERNO era uno de sus pasatiempos, se trasladó a Italia, leyó y escucho música. Su móvil sonó y era un mensaje de su catira linda deseándole feliz noche ella le respondió con el mismo afecto, sinceramente estaba enamorada, continuo con su lectura hasta que le llegaron los suaves gemidos de su madre.

Esto la distrajo apago el equipo y la luz estaba excitada, ella había llegado a casa cuando sus padres estaban en plena faena y solo con oírlos se había humedecido, siempre sucedía cuando sus padres hacían el amor ella desde que se despertara su libido, tenía que tocarse para tener algo de alivio.

Siempre converso con sus amigas de ello, aunque evitando que ella pensaba era en chicas que veía o en mujeres que veía en la TV o le cine, y cuando empezó a soñar con Paula no necesito de ello porque en los sueños podía apreciar todo, aunque fuera en su subconsciente.

Se recostó en su cama desnuda, hacía calor ella estaba ardiendo, el escuchar a su madre en el lecho de los placeres carnales le ponía, más cuando recordaba a Paula esta tarde tan cerca de ella, sus pechos junto a los sus toda ella rebosaba de deseo, lujuria, inmersa en sus pensamientos en sus deseos, que comenzó a tocar pausadamente su cuerpo.

Sus vellos se erizaban con cada caricia era un ritual que tenía algún tiempo sin practicar pero que esa vez le fue imposible no aplicarse, y lo hizo con toda la tranquilidad, sus manos se desplazaban por cada centímetro de su pecho.

 Sus senos agradecidos de tal caricia como sus pezones estos últimos eran piedras que se agasajaban erguidos al cielo, que está clara noche era pintada de un plateado pincelado con infinidad de estrella y el astro reina de la noche.

 Su cuerpo vibraba y su intimidad era bendecida con aguas placenteras que sus manos transmitían, sus gemidos callaron el murmullo de los grillos, Annabel pensando en las delicias que la lujuria le transmitían.

Llevando sus dedos a su boca pude saborearse y humedecerse aún más las manos, para con suavidad ir invadiendo su cavidad más íntima, esta húmeda y caliente tan caliente como el mismo infierno, el intenso estimulo arqueaba su espalda, su boca con pequeños gemidos susurra el nombre de quien esa noche era la musa de sus auto caricias, de esa pequeña rubia que la hechizaba tanto, en su estado placentero solo  se entregó al gozo que llego como un huracán llevándose consigo todo su aliento y el poco de cordura que en ese momento tenía, grito y se desfalleció en su cama y solo con una ligera sabana durmió plácidamente.

 Sus sueños se plagaron de imágenes eróticas de ella y Paula en lechos o en catres de paja solo que con sus caricias llegaron al inmenso placer que, de un orgasmo, en sus sueños la rubia y la pelirroja besaban su cuerpo, sus formas y una armonía surco su rostro con una sonrisa perfecto.


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